viernes, 25 de septiembre de 2020

“No oyes ladrar a los perros”

Consecuente a la promesa

Elegimos el cuento "No oyes ladrar a los perros", de Juan Rulfo para desarrollar en nuestro blog de lectura.


Para comenzar, desarrollamos un comentario del relato presentado, el cual dice:

    En “No oyes ladrar a los perros” de Juan Rulfo, podemos ver como un padre, destruido por seguir la promesa que hizo con su viuda, lucha para sacar adelante a su hijo, que se caracterizaba por ser mal portado y malandra. Ignacio, el hijo del protagonista, fue herido por sus enemigos, y el protagonista es el que debe tomar las riendas de este asunto, llevándolo al pueblo más cercano llamado “Tonaya” "Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de
apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolos de un lado para otro.." El padre le iba preguntando reiteradamente si escuchaba a los perros ladrar, ya que ese era el indicio de si estaban cerca del pueblo. "Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros. — ¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera
con esta esperanza" Podemos ver el esfuerzo que tiene este padre por enmendar el mal actuar de Ignacio, ya que el amor paterno supera todo acto cometido por el niño.


Después, tenemos un texto creativo, en el cual nos inspiramos con “No oyes ladrar los perros”, que dice así:

    Mamá, te costo pescarme parece, ya son las 6 de la tarde, el José está bien, lo desperté a las 8 en punto para que se fuera a lavar la cara, después nos hice desayuno y el almuerzo para la tarde. Ayer ya lo había ayudado en su trabajo de inglés, estaba medio perdido en cómo pronunciar “literally” ya que lo pronunciaba como si fuera en español, también se terminó de aprender el poema que tenía que recitar para sociales, un poco confuso el quechua eso sí. El papa no desayuno y nos llevó de una al colegio, un poco de taco eso sí, pero nada fuera de lo regular. Ya regué las suculentas, la negra esta como nunca, ha crecido mas el ultimo mes y dejó un hijo de hecho. Al José no le he dejado usar el celular porque se desconcentra muy fácil, pero ha tenido efectos bien favorecientes, en matemática subió el promedio de 5,4 a 6,2. Bueno te tengo que dejar, a las 8 voy a ver con el José una serie que tanto esperaba, no se realmente si me interesa pero se lo prometí, vuelvo mañana a la misma hora. Eso sí recuérdale a tu enfermera que deje registrado mi nombre, que ya es una lata tener que esperar en medio de esa fila para poder entrar, y que a parte me mientan. (para sí mismo): siempre me pregunto que sería de ti, si hubiera decidido no carretear ese día, ya van 6 meses sin tu respuesta.


Y por último, quisimos crear una relación de la historia desarrollada y otra existente que fue:
    El cuento “No oyes ladrar a los perros” (del mexicano Juan Rulfo) se caracteriza por su realismo mágico, en el cual, vemos a un padre que está cansado, a pesar de eso, carga a su hijo herido, el cual se había metido en un lío por robar, va en camino a un pueblo vecino para poder sanarlo. En el transcurso se puede ver como el padre muestra su disconformidad y decepción hacia su hijo, aun así el apoyo hacia él es incondicional. Este relato se puede relacionar con “la parábola del hijo pródigo” donde donde un joven le pide a su padre la herencia que le corresponde, este lo pierde todo en un par de días, ya que despilfarra todo en lujos y una vida de excesos. El decide volver donde su padre al cabo de un tiempo trabajando por migajas, al volver le pidió perdón a este y le dijo que no merecía ser llamado su hijo. El padre se abalanzó sobre él y lo besó. Además de esto ordenó a los sirvientes hacer una fiesta y darle la mejor ropa a su hijo. Esta parábola nos muestra a un hijo, que cegado por la ambición, deja a su familia por su propio bien, al igual que Ignacio del cuento de Juan Rulfo que dejó a su familia para convertirse en un ladrón. El hijo gastó todo su dinero y cuando se vio en la necesidad de volver a su casa, pensó que su padre no lo perdonaría. Para su sorpresa el padre se puso feliz por el hecho de que su hijo, que daba por muerto, regresaba, y como dice en la parábola, “reviviera”. Estos dos textos nos dejan a la luz una conclusión muy importante, nos demuestra el hecho de que sin importar el camino que haya tomado el hijo, ya sea ladrón o haya abandonado la familia, el padre siempre estará ahí, para darle apoyo y para darle lo que sea necesario, o en el caso del cuento de Rulfo, para salvarle la vida.

Foto representativa del cuento



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

“La pata de mono”.

¿Contraproducente o irónico? El día de hoy elegimos el cuento "La pata de mono" de William Wymark Jacobs para desarrollar en nues...